En compañía de un café (té, mate o lo que quieras)

Elegí (creé) el nombre «cafecuento» porque unía dos complicidades clásicamente literarias: el tiempo del café, sus connotaciones, sus lugares, sus aromas, sus sabores… —ese juego de placeres que destila la bebida oscura y que tanto han atraído y atraen a escritores y lectores—, y la lectura de corto recorrido, compañera de instantes únicos y circunstancias cotidianas que, sorbo a sorbo, crece en sensaciones y matices transformando el momento del café, en un instante fuera del tiempo. A través del nombre «cafecuento» quise transmitir ideas opuestas pero complementarias: ese momento nervioso que encuentra aire para respirar en la cucharita que gira; la pausa tranquila entre actividad y rutina; concentración y descanso; olvido y… ese poso que, como el café molido grueso, sedimenta lentamente; el hábito de consumo inmediato y la eficaz desconexión de lo acostumbrado que, a través de un café y de una historia corta nos lleva a otra dimensión, a nuevos paisajes, a épocas y personajes desconocidos que se convierten, con la llegada de la taza, en la salida hacia pequeños viajes de evasión.

Buscaba una narrativa corta, pero densa, espesa, sugerente… como un buen café. Y a partir del nombre y el concepto «cafecuento», creé un libro de relatos y una web.

Así nació cafecuento, mi primer libro de relatos, terminado y subido a la web en junio de 2009, «Doce relatos para leer en compañía de un café (té, mate o lo que quieras)».

Película de animación que abría la primera web cafecuento de 2009.

Tomamos un café y te cuento

Te cuento una historia, te cuento un relato, te cuento lo que escribo, te cuento un sueño, te cuento algo, te cuento que estoy hasta los rulos de tanta estafa sistémica, sistemática y sistematizada, tanto drama mediatizado, tanta depre institucionalizada. Pero como no soy humorista ni músico para entretener, ni muy lista para engañar a quienes nos engañan sin parar, y como lo único que sé hacer es escribir, te invito a un cafecuento. Doce historias indecisas entre un cuento, un relato y un escrito, microliteratura (que no microrrelatos) que, a lo mejor (solo a lo mejor) te ayudan a olvidar, a desconectar (y a pensar en otra cosa) y te llevan, en el tiempo de un café (té, mate o lo que quieras), por mundos de ficción, realidad, cuasi realidad, historia, fantasía o «pataficción». Doce cafecuentos tostados y molidos por este tiempo tan especial que nos han servido últimamente. Feliz lectura.

web cafecuento, 2009

La web cafecuento

El sitio cafecuento es un espacio de creación, contenedor del libro de relatos, nacido en realidad con otras intenciones y convertido, a lo largo de estos años, en una carta de lecturas rápidas, improvisadas algunas, más elaboradas otras, pero todas destinadas a ser bebidas en un instante, «lo mismo que el café», como canta el tango El último café (de Cátulo Castillo y Héctor Stamponi).

En 2010, bajo el nombre de cafecuento exprés, comenzaron a llegar los microrrelatos. Un año después, en 2011, escribí y subí a la web cafecuento otoño, otros doce relatos que continuaban y perfilaban, aún más, la filosofía con la que nació cafecuento.

Y como el café siempre ha estado vinculado a la amistad, también hubo un lugar para los amigos cafeteros en la web. Al amparo del espíritu de charla de café de esta sección nacieron los Instantáneos en cadena, una experiencia de improvisación de microrrelatos encadenados realizada conjuntamente con José R. Ayuso, amigo, escritor y compañero de aventuras literarias por internet.

Visitar cafecuento.com

cafecuento otoño

En 2011, escribí y subí a la web cafecuento otoño, otros doce relatos que continuaban y perfilaban, aún más, la filosofía con la que nació cafecuento.

«Cafecuento tiene algo de grito. Nació buscando abrirse paso a través de las vías digitales frente a la imposibilidad de cruzar las sólidas murallas del circuito editorial, encerrado en sus miedos, en una mercadotecnia que lo ha convertido en vendedor de autores-marcas —y, alguna vez, de productos más que de libros—, y urgido por la necesidad de protegerse de los cambios estructurales que le está imponiendo la tecnología.
»Se escribió para la lectura digital a ritmo digital, lejos del amor por la página pensada, estudiada, analizada, elaborada y completada poco a poco. Y se colgó en la red en 2009, el único año en el que no ingresé ni un solo céntimo, de los casi treinta que llevo viviendo y trabajando en España. Por eso, en sus relatos, escritos, historias y cuentos, las palabras se trenzan nerviosas, sacudidas por el impacto de lo cotidiano, de los sueños, de las experiencias y emociones, propias, mediáticas, del entorno… y también, como no, de los recuerdos…».

«A manera de prólogo (pero sin serlo)», cafecuento otoño, 2011

El ritmo se aceleró, el café se hizo más corto y a partir de 2012, fueron goteando cafetuits, tuitrelatos, tuitpoemas y Yaqui, una aventura lunar por entregas, todos, en ciento cuarenta caracteres. Y a fin de compensar tanta brevedad, entre 2012 y 2013 empecé a escribir terrelatos, cuentos para compartir las sensaciones más tranquilas de una taza de té. Aún está pendiente de llegar matecuento, historias de la otra orilla para disfrutar de un mate caliente, amargo, dulce o cocido, pero siempre en compañía de palabras.

El gran desafío para cafecuento es llegar al papel, algo que no depende solo de mí, sino también de los lectores amantes de los cuentos y el café (té, mate o lo que quieras). Y mientras llega, espero, escucho lo que tengas que decir, y continúo invitando a compartir «mis historias cortas de café».

@ Hebe Prado

Libro digital Cafecuento otoño, de Hebe Prado